miércoles, 18 de julio de 2012

Relato de un ser enfermo

Se saluda a los internautas aquí presentes.

Hoy empezó muy mal mi día, levantarme temprano al pedo me pone de mal humor.
Y resulto ser insportable. Caprichosa, irrtable/irritante (Definición tomado de un antiguo pelotudo).
También suelo ser vueltera, voy vengo, reviso el facebook, elijo ropa, filosofo un poco, fumo un pucho
y recién ahí decido que me voy a bañar. Si, pierdo mucho tiempo.
Resulta que me había levantado muy temprano y tenía que ir a pagar (Tengo un lado consumista-clasemedia),cosa que también me pone de pésimo humor, eso aumentó mi furia interna y en consecuente
los reiterados caprichos. Nada me gusta, nada me pone bien y todo eso es una mierda, ojala que exista el día del juicio final y nos mate a todos lenta y dolorosamente por pelotudos, etc.
Decidí salir de mi casa al rededor del mediodía, ya lista y cambiada me dispuse a llamar un auto
para que me lleve (No suelo caminar para hacer cosas que no me interesan; como ir a trabajar por ejemplo).
Llegó bastante rápido, cosa que me sorprendió pero no suelo cuestionar lo que me beneficia, asi que eso aumentó ligeramente mi humor. También el sol y el pasto hicieron lo suyo, disfruto mucho del sol en invierno porque me hace sonreír inevitablemente (Awwwww), y el pasto porque me gusta verlo pero soy alérgica
(Snif snif). Cuando llego a mi trabajo, veo a mi compañero demasiado contento de verme y le digo que no se apropie de esa sonrisa demasiado rápido, que faltaban dos horas para que lo reeleve y me contesta, que no, que yo entraba a las seis, que está bastante con los huevos inflados porque el chico que entraba a las doce no había venido. Y ahí deje de escuchar, porque me invadió la felicidad de no tener que entrar a trabajar a las doce, y porque mucho tampoco me interesaba, aunque haya puesto cara de que si.
No piense así señor, soy buena persona, un poco desamorada pero por temporadas.
-¡Hurra! no entramos a las doce, que haremos estas seis horas cerebro?
-Lo mismo que todos los días Maru, fumarse y porro e irse a dormir, lo más placidamente posible!
-Norf!
Así que seguí a mi cerebro ya que mi corazón  no me habla de otra cosa que no sea un muchachito
en un sitio muy lejos, de fantasías, colores y birras en las estaciones de servicio. Me despedí
de mis jefes y compañeros y me dispuse a hacer los pagos correspondientes, ya un poco más calmada.
Como siempre había una empleada muy bonita y con el pelo sin frizz pero bastante nerviosa,
(Deberían almorzar un clona, en vez de ensalada)  y algo inoperante.
Me trató cordialmente, con voz oficiniesca y me pidió que aguarde unos segundos, segundos
en los que nunca se que hacer, en los que hago que miro ofertas, productos. Si pasa mucho tiempo
miro al techo, ya buscando alguna irregularidad, o falla técnica que pueda matarnos a todos en un
accidente trágico que saldría por telefé y canal 7. El trece no, porque eramos simples pagadores.
Aguardé los segundos antes mencionados, pero había una vieja adelante mio. Una vieja medio
pendeja, medio terraja, medio abuela, medio calzas, medio medio.
Se comiá las eses, cosa que me desespera también, pero con mi trabajo he aprendido a ser tolerante
con ese sub-idioma. Me limité a agregarles eses mentalmente a las palabras. Mentira. Ojalá pudiera hacerlo.
En fin, la señora-vieja-joven pagó su deuda, que era bastante extensa pero es un detalle en el que no nos vamos a adentrar.
Mi turno, nuevamente la voz oficinesca, cordialidad. Hola buenas tardes, quería pagar una deuda.
-Si, decime tu documento. Blabla. Son doscientos setenta y siete con sesenta. (Siete pesos de recargo)
Salí de ahí con el bolsillo medio flojo, pero todavía había otra deuda que cancelar, y en el peor lugar; Cinco Hermanos. Es el infierno de los timídos, y los indecisos a la hora de comprar, hay un montón de empleadas que están buscando que compres algo, para ganar una comisión que ignoro de cuanto será, pero parece ser muy poca porque es muy dificíl salir de ahí, sin haber comprado nada. Siempre alguna cosa
te encajan, siempre algo te terminás llevando. Aunque sea pañuelos. Me siento estafada psicologicamente.
Entré el negocio, ya diciendo desde la entrada que venía a pagar, para que las vendedoras no se me peguen.
Otra vez, voz oficinesca, aguardar segunditos, chica bonita, chica de calendario gomero pero con ropa..
Mientras aguardaba esos segunditos que se hicieron minutitos y veía que había una encargada bastante
cara de pene sin azúcar. Se la paso todos los minutitos gritando, a la de la caja, a la que vendía ropa,
a la que acomodaba la ropa, a mi no me gritó porque tenía que pagar.
A esa muchacha yo le receto un clona a las doce, otros a las seis y una siesta de vez en cuando.
Cuando logré salir de ahí, pude ver la ciudad en pleno mediodía, en vacaciones de Julio.
Sin niños caminando, sin madres gritando, sin mochilas de carrito ni comidas que se caen, asi que
eso terminó de alegrar mi día.
Me dispuse a pedir un auto para irme a casa, pero últimamente me están dando ganas de caminar
(como dije anteriormente, no cuestiono lo que me hace sentir bien)  asi que me puse en marcha.
Conecte el cerebro con las piernas y el faso con mis neuronas, y empezó el viaje.
El viaje de lo mundano, a lo simple. De caminar y mirar para arriba, apreciar el cielo y sentir el viento
y ver como el sol ilumina todas las nubes. Me gusta imaginarme como podría pintarlas alguna vez.
Y siempre digo que mañana empiezo a bocetar, que lo voy a hacer más seguido. Tipíco.
Cuando viajo de local, suelo dispersarme internacionalmente, y cada pensamiento internacional me
hace acordar más a él.
De aquel que tiene una sonrisa maravillosa, (Quoteando a mi querida Virgi lagos, vamos a tomar un vino Vir!). De aquel Mago talentoso, que todo lo puede, con esfuerzo y humildad, una especie de procer nacional a mi parecer, pero mi opinión no es demasiado objetiva. Una especie de héroe un poco torpe,
un poco racional, un poco sentimental, un poquito está allí y un poco acá.
El es si y no, es un mismo enunciado justificado y respaldado desde las más fehacientes teorías
del paradigma actual, y las logró conectar con el paradigma del siglo XX, inclusive.
Siempre está apurado, y camina muy rápido aunque bese muy lento, y nunca se queda quieto
ni siquiera a la hora del amor. Lo tercero y lo último no me molesta. 
Como siempre faltan cinco pal peso, en esta sangalanga de sentimientos y cursilerias, tiene que
haber un problema, sino no es novela y no entretiene y podría ser fácil, pero al que le gusta celeste ya sabe.
Hay una tronca en el medio, por asi decirlo. No, ella no me molesta, ni tengo bronca,  ni me da la
gana hablar mal de ella. Lo de tronco, es por una mera métafora a un traba, en algún lugar.
Ej: "Señora usted tiene un tronco en su tubería, por eso no se puede bañar y huele como a tres días
de muerta". Se entiende?. Prosigamos.
Esta tronca tiene mucho peso sentimental. No es algo de que te vi en el baile, veni vamo' pa las casas y
te quiero tres meses. Es más que eso, parece ser un apoyo bastante fundamental, como la pata del medio de un trípode o el yogurt de sus cereales.
Y aparecí yo, con aviso de menos de veinticino horas de anticipación, y él sin embargo dijo que si, que me quería ver, que si tenía donde quedarme, que bueno verme de nuevo, y que lo vaya a buscar a la facultad.
En ese momento mis ansías empezaron a crecer, pero además de caprichosa, soy bastante fría
cuando empiezo algo, es una especie de falsa cautela.
Y a las tres llegué, y no estaba, y pregunté y no estaba y yo había hecho ocho horas de viaje
para que me deje plantada. Empecé a caminar con la idea de buscar un teléfono, quería asegurarme
de que nadie lo había matado, que no me había perdido ese placer en este momento.
Pero al llegar a la esquina, me doy vuelta porque tengo esa costumbre, de siempre mirar para atrás
de ver si no me olvido de algo, de alguien, de hacer una cosa. Es un gran defecto, que en ese momento
me salvó, porque al mirar para atrás, aparecía caminando a paso ligero, como siempre, con las manos en la cara para taparse del sol.
Nos saludamos de manera amistosa, y emprendimos camino hacía la playa, a verla vacía, a charlar
a conocernos nuevamente, a ver que estabas haciendo, y que pasa por tu cabeza.
A fumar un paraguayo, a la orilla del rio, mirando las palmeras


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