domingo, 1 de junio de 2014

Reflexión 8

No concibo al hombre que solo se ocupa de su materia y no piensa en su origen.
Este es un cobarde de la peor calaña, pues no se permite imaginar ni reflexionar
sobre su propia existencia, y por lo tanto no se asemeja ni a la idea de tener la voluntad de cambiar.
Simplemente cambian lo que se puede cambiar, lo que ya está dado, lo que necesariamente
debe cambiar, ya sea por voluntad o por el paso del tiempo, es inminente su mutabilidad.
Pero nadie les habla de cambiar su existencia su alma y sus sentimientos, porque saben
que al no poder manipularlo no tienen fuerza sobre él.
Pero he ahí el gran error, el de pensar que el alma está por fuera del cuerpo,
de que los sentimientos son dados o inamovibles y siguen sin saber que su alma
está en su cabeza.
Nosotros somos nuestra propia alma, nuestra cultura y nuestra escencia

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